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El Mercurio y La Tercera fabrican noticias vía “encuestas” para fortalecer su agenda política

El Mercurio y La Tercera emprendieron una campaña que socava al gobierno de Michelle Bachelet a partir de encuestas fabricadas en sus talleres mediáticos. Los estudios, más bien sibilinos, se presentan a los lectores desprevenidos como mediciones “de popularidad” rigurosamente científicas.

La campaña comenzó cuando la Presidenta cumple 100 días de su mandato de 4 años y resolvió o -por lo menos- envió al parlamento las 36 medidas prometidas en su campaña electoral. El Mercurio publicó en la tapa del domingo que el “60% cree que Bachelet debe cambiar algunos ministros”, según una encuesta del diario y la empresa Opina, que consultó a escasas 400 personas con una tasa de respuesta de apenas 57,3%.

La encuesta de La Tercera señaló, por su parte, que el 55% cree que Bachelet ha sido “una Presidenta con poca autoridad” que ha mostrado incapacidad para tomar decisiones por sí misma (49% versus 49%). Y para mayor confusión de la opinión pública local e internacional, contradictoriamente añadió que “un 57% dice que Bachelet ha demostrado capacidad de liderazgo para gobernar” contra un 41% que opina lo contrario. Las empresas serias que observan los estados del ánimo político de la opinión pública con cierto rigor científico todavía no entregan ningún estudio que pueda entenderse como “medición de popularidad” para los primeros 100 días de la gobernanta.

La acción persigue varios objetivos subliminales, entre otros implantar la sensación de que la Presidenta pierde apoyo y popularidad, impulsar la agenda de cambios en el gabinete en que ambos diarios se embarcaron como “vanguardia pensadora” o “think tank” de la oposición de extrema derecha. La fase siguiente de desestabilización podría ser un cuestionamiento a la “gobernabilidad”, como bien sabe hacerlo el diario fundado en Valparaíso en 1828.

La misma encuesta sirvió, de paso, para castigar a tres diputados y dos senadores que viajaron por su cuenta a Bolivia a estrechar lazos de amistad y expresar su apoyo a la reivindicación marítima que sustenta el gobierno de Evo Morales, tal como puede viajar y opinar cualquier ciudadano de un país libre. El Mercurio “descubrió” que los diputados Marcos Enríquez-Ominami (PS), Alejandro Sule (PRSD) y René Alinco (PPD), más los senadores Alejandro Navarro (PS) y Nelson Avila (PRSD) fueron “Reprobados: masivo rechazo se expresó frente a la actitud de parlamentarios oficialistas en Bolivia”, según escribió el diario.

En el fondo, y sin que nadie los haya elegido para esa tarea, los dueños de El Mercurio y La Tercera -Agustín Edwards y Alvaro Saieh- aspiran a un protagonismo más activo en la política chilena, dictando pautas a todos los poderes del Estado, como lo hace casi toda la gran prensa monopólica de América Latina, que en ciertos países -como Venezuela- logró sustituir a los partidos políticos que antes destruyó ante la opinión pública.

Una vez creada la “noticia” del domingo, el principal titular del lunes de El Mercurio “reflejó” las “repercusiones”: “Revuelo político por cifras que apoyan cambio de gabinete: secuela de estudio de opinión El Mercurio-Opina”. La desfachatez del diario más antiguo de América Latina raya en una suerte de infantilismo senil. En sus páginas abundan las declaraciones cuestionadoras de las 36 medidas formuladas a partir de la “encuesta” por los barones de la clase política, principalmente de extrema derecha.